La plataforma de alojamiento de repositorios se ha convertido, por sus características, en la herramienta predilecta de los creadores de APIs y, en general, del mundo desarrollador.
Github fue lanzada a comienzos de 2008 y, desde entonces, se ha convertido en una herramienta imprescindible para un buen número de desarrolladores. Tanto es así que, ocho años después, Github tiene 14 millones de usuarios y cuenta con 35 millones de repositorios, según desveló la propia compañía el pasado mes de abril.
La plataforma de alojamiento de repositorios se ha situado así como la web por excelencia en el panorama desarrollador actual a la hora de abordar uno de los aspectos claves en la creación de cualquier tipo de software y, en concreto, de una API: el control del código fuente, que permite crear una herramienta más eficaz y eficiente capaz de reaccionar ante todas las situaciones posibles.
Tradicionalmente, el control del código fuente ha sido sinónimo de la gestión de los distintos archivos que componen un proyecto de desarrollo. Esto supone no solo crear un sistema jerárquico de archivos, sino también poder guardar las distintas versiones del código, manteniendo así un registro histórico que permita bucear y revertir un cambio fallido. En definitiva, poder darle continuidad al desarrollo pudiendo recuperar versiones anteriores sin renunciar a tratar de hacer modificaciones en busca de mejoras.
Si Github tiene éxito entre los creadores de APIs es porque, para empezar, permite que se realice un trabajo colaborativo de calidad. El desarrollo en equipo puede parecer incompatible con el estricto control del código fuente y las distintas versiones que se vayan creando de él, pero esto es algo que no sucede en la plataforma de hosting de repositorios: cuando un colaborador del proyecto realiza un cambio en el código fuente, esa modificación se muestra como una revisión de la que es responsable su creador, ya que aparece directamente ligada a su cuenta de usuario, y que se puede eliminar fácilmente.
Además, ese desarrollo colaborativo encuentra en Github otra gran ventaja: la escritura de código en su plataforma es ágil. Sin lugar a dudas, el hecho de que los fundadores de este servicio fueran tres desarrolladores influyó a la hora de crear una herramienta verdaderamente útil para los profesionales del código.
No obstante, no solo de grandes proyectos colaborativos vive el desarrollador. Para aquellos que trabajen con su propio equipo en herramientas privadas, Github también ofrece una característica única que ya es indispensable para el desarrollo corporativo. Se trata del sistema integrado de seguimiento de problemas.
Con él, cualquier fallo o error del código fuente podrá ser marcado con una suerte de etiqueta con la que clasificarlos todos en función de su longevidad o del número de comentarios. Tal y como explican desde la propia plataforma, “la página de errores de tus proyectos puede ser tan sencilla o sofisticada como quieras. Filtra por fallos abiertos o cerrados, cuáles están asignados, utiliza etiquetas…” Así, se trata de una herramienta que facilitará la solución de problemas a equipos pequeños que podrán repartirse las distintas tareas y el seguimiento.
Otra gran ventaja que presenta Github es que se trata de una plataforma que no censura lenguaje de programación alguno. Los acepta todos, sin cortapisas ni condiciones: poco importa que tu proyecto de API se esté desarrollando en un lenguaje experimental o poco extendido; en Github tendrá cabida sin inconveniente.
Se trata, en definitiva, de una comunidad organizada que viene a seguir una misma metodología (por el hecho de contar con las mismas herramientas de desarrollo) en la que fluye la creatividad. Por todo ello, la plataforma se ha convertido por derecho propio en una herramienta indispensable no ya para el desarrollo de las API, sino para cualquier tipo de software, con especial peso en el ámbito del open source.